(o el día en que causamos un incendio)
Teniendo en cuenta que ayer fue como si nos levantásemos a las cuatro de la mañana y luego, después de un día tremendo, nos fuésemos de fiesta y nos acostásemos a las cuatro, a todos nos extrañó que a las siete de la mañana se nos abriesen los ojos como mapaches. Aunque hay que tener en cuenta que es como si nos hubiésemos levantado a las dos de la tarde. Esto del jet lag es muy raruno.
En el hotel éste en el que estamos, muuuy auténtico, con la máquina de hielo ahí y tal, está incluido el desayuno, aunque tienen la sala del desayuno metida en una mini habitación, así que el sentarse durante el desayuno no está incluido.Después de desayunarnos unas muffins (porque aquí les podemos llamar muffins sin sentirnos unos hipsters) y un café aigualit, nos fuimos a alquilar unas bicis, porque queríamos irnos a cruzar el puente (¡el famoso! ¡el rojo de las Embrujadas!) y hasta el pueblo que hay al lado, que se llama Sausalito (creo que es el equivalente a Murano, cuando vas a Venecia: un pueblo muy cuqui, pero que sólo tiene casas y más casas). Lo que no tuvimos en cuenta es que de camino ahí nos íbamos a encontrar con algún que otro "repecho", como dicen algunos. ¡Cágate con los repechitos! Dicen eso de "Ah, no es nada, falso llano". Ahí se pudran. Las hijas, que estamos fuertes y sanas y hacemos espíning regularmente, no hemos podido hacer ninguna de las subidas de principio a fin: nos teníamos que parar a la mitad y desertar, para que no se nos saliesen las tripas por la boca.
El Golden Gate (aka Puente Rojo) es muy bonito, eso sí. Tiene unos cables de, exactamente, 92 cm de diámetro, y creo que seis carriles de coches. Así que, después de que nos cobraran 12 dolores (y nunca mejor dicho) por cuatro botellas de agua, nos sumergimos en la marabunta de guiris que intenta cruzarlo para poder llegar al Sausalito.
Al final acabamos descubriendo que los americanos son muy valientes, y las bicis y los coches comparten la carretera, se adelantan y se pitan y todo. Pero bueno, conseguimos llegar a Sausalito y dar un paseo antes de coger el Ferry de vuelta. Mi hermana Lara asegura que vio delfines por ahí, pero cuando vimos al hotel nos dimos cuenta de que estamos todos como gambas, así que creo que tenía un poco de insolación.
Después de devolver las bicis, nos fuimos a un bar irlandés en el que hacían unas hamburguesas geniales a comer. Se conoce que era un bar famoso por sus cafeses irlandeses, y había un señor en la barra que los iba preparando non stop, pero teníamos hambre, y no se puede comer de cafeses irlandeses (y menos a ocho dolores), así que nos pedimos comida y eso.
En este momento crucial del día cometimos un crasísimo error: irnos a hacer una siesta. Bueno, yo no. El resto de los integrantes de la familia Trigo, que no podían con su alma después del paseo en bici de la mañana. Y, tal y como era de esperar, se nos fue un poco de las manos. Además, el señor Amador se torció el tobillo, así que por la tarde tuvimos que mantener un ritmo mucho más lento de lo habitual.
Cuando por fin nos levantamos de la siesta, más o menos, a las cinco, nos fuimos a probar una cosa que se llama Fudge, y que es algo así como casi una droga y parece ser la causa de la obesidad estadounidense (y no me extraña). Aquí la preparan en una heladería muy guay y muy pija, con helado y chocolate y nata y cerezas encima (lo que viene a ser una merienda light, vamos). Cabe de decir que nos pedimos un festín de esos para los cuatro, y nos quedamos a gusto (aunque había muuuuchos motivados que se pedían uno para cada uno). Compartir és viure.
El caso es que, de camino a la heladería, vimos cuál había sido la consecuencia de nuestra venida a San Francisco, California, USA. Cada vez que vamos a los Estados Unidos pasa algo chungo. A los hechos me remito: una avioneta que se estrella contra un edificio en Manhattan, y un puente que se derriba a las afueras de Nueva York, por cada vez que fuimos a Nueva York, y, esta vez, en San Francisco, un incendio (del copón). Esperamos no causar muchos más estragos por cada estado que pasemos, porque ya sabemos que los de inmigración tienen el ojo puesto en nosotros.
(línea de emergencia del Golden Gate: si llamas, debes indicar si se trata de un coche, una bici o una crisis. En este último caso, te pasan con la línea de atención al suicida)
Me parto con tus entradas, y me encanta la idea de ir informando de todo via blog. Aunque te estas ganando mi odio. Pasadlo genial, besos con sabor a horchata :)
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