miércoles, 22 de agosto de 2012

Milwaukee, Harley's y petardos

(o el día del empacho)

Hoy nos hemos despertado en nuestro precioso hotel, digno de la película El Resplandor, y nos hemos ido a desayunar al Dunking Donnuts de al lado, porque son tan majos que no incluyen ni un triste desayuno con café aigualit.
Después de desayunar donnuts de colorines nos hemos ido hasta Milwaukee, porque así podíamos devolver el coche hoy y pagar un día menos de pàrking (porque, cágate, los párkings valen la friolera de 35 dolores la noche; hemos decretado que ya no hay mafia en Chicago porque ahora poseen los párkings). Evidentemente, no es que tuviésemos un especial interés en ver Milwaukee (estando en Chicago, que mola mogollón), sino que, en Milwaukee está ... el museo de las Harleys! Y mi padre está enamorado de las Harleys (y conduce él), así que nos hemos ido a visitarlo.
Aparte de ser bastante grande y lleno de motos (obviously), la verdad es que está bien. Es así como un museo de historia, pero muy interactivo, con juegos y vídeos y cosas. Además, nos han enseñado a conducir una Harley, tanto a mí como a mi hermana, y el momento de ponernos los pantalones de cuero estilo cowboys no ha tenido precio. Para rematar, hemos pillado una exposición de chaquetas de cuero muy guay, con cosas de Jean Paul Gaultier, entrevistas, la chaqueta de cuero de House, o la de Rooney Mara, Fergie ... Muy guay, sí sí.
(ésta la he diseñado yo: me han asegurado que la van a crear a la de llya)

Pretendíamos llegar semi pronto a Chicago, para ver alguna cosa, pero había una caravana impresionante. Como cincuenta quilómetros de caravana. por suerte, hemos llegado como para devolver el coche, pero ya se estaba haciendo de noche. Nos hemos podido ir hacia el puerto a ver los fuegos artificiales (afortunadamente, son los miércoles) y luego hemos ido a cenar una de las famosas pizzas de Chicago. Aquí en chicago son famosas las súper pizzas, los súper sandwiches y los súper hot dogs (y nótese que pongo "súper" porque aquí TODO lo hacen grande). Así que nos hemos compartido una pizza gigante, delicosa, sí, pero gigante: que aunque nos la hayamos partido entre los cuatro casi nos mata. Y luego hemos aprovechado que esto hace un poco de bajada para volver rodando hasta el hotel.

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